miércoles, 6 de junio de 2012

La generación más estresada

Los niños tienen ahora 50 veces más probabilidades de padecer estas enfermedades que hace 15 años, según los últimos estudios
 


La ansiedad y el estrés no afectan sólo a los adultos. También acechan a los más pequeños de la casa. De hecho, los niños tienen ahora 50 veces más probabilidades de padecer estas enfermedades que hace 15 años, según los últimos estudios. El grado de incidencia del estrés en el entorno infantil oscila entre el 9% y el 21%, indica Francisco Miguel Tobal, profesor de Medicina de la Universidad Complutense de Madrid, que ha realizado un estudio sobre esta cuestión.

Por lo visto nadie está libre de sentirse estresado. El estrés, es decir, el cansancio o la fatiga extrema, respuesta del organismo frente a alguna situación de tensión, puede afectar también a los bebés. Con el ritmo de vida actual y los cambios en el modelo social y familiar, los bebés pueden sentir estrés incluso antes de nacer.

"El bebé se siente inseguro y desconfiado, disminuye su capacidad de empatía con el entorno (no quiere interactuar y, por tanto, se aísla), desciende su estado de ánimo y permanece muy quieto", añade este experto.

El estrés aparece cuando el medio ambiente exige un esfuerzo de adaptación excesivo por parte del organismo. Cuando una persona está en tensión o siente un peligro, se disparan los niveles de cortisol, la hormona del estrés. Las niñas lo exteriorizan sobre todo con ansiedad, y los niños, con agresividad.

Aparte de los cambios en los estilos de vida, los investigadores achacan el estrés también a posibles enfermedades, a la falta de cuidados y de atención, al exceso de exigencia, permisividad o incomunicación, a una alimentación insuficiente o inadecuada, a la falta de afecto o cariño en el entorno familiar, así como a los factores ambientales como el ruido, la soledad o la oscuridad. ¿Cómo saber si el bebé sufre de estrés? Por lo general, a través de los llantos o irritación excesivos, bien como de alteraciones en el sueño y en la alimentación.

Los pequeños son auténticas esponjas que absorben todo lo que sucede a su alrededor y sufren por ello, en especial cuando saltan chispas entre sus progenitores. Las madres gestantes también deben tener cuidado. El estrés no sólo les perjudica a ellas, sino también al feto. Un estudio científico del Imperial College de Londres mostraba cómo las embarazadas en situaciones traumáticas graves o estresantes provocaban en el feto un aumento del cortisol a través de la placenta. ¿Consecuencias? Puede favorecer la aparición de un trastorno por déficit de atención e hiperactividad en el niño.

Las madres gestantes también deben tener cuidado. El estrés no sólo les perjudica a ellas, sino también al feto. Un estudio científico del Imperial College de Londres mostraba cómo las embarazadas en situaciones traumáticas graves o estresantes provocaban en el feto un aumento del cortisol a través de la placenta. ¿Consecuencias? Puede favorecer la aparición de un trastorno por déficit de atención e hiperactividad en el niño. Porque se debe tener muy en cuenta el apego, "esa capacidad instintiva del niño de buscar y vincularse a la figura cuidadora, y de hacerle signos para que le arregle el malestar que siente".

"El bebé sabe que cuando está inquieto o se encuentra mal y llora y grita, el cuidador lo va a tranquilizar, y por ello le busca". El estrés de un recién nacido prematuro y la angustia de la madre tras el parto disminuyen considerablemente mediante el método canguro, que consiste en el contacto piel con piel con su madre o el padre. En el caso de que el niño sea evitativo, éste no hace signos de necesitar cuidados, el adulto puede llegar a pensar erróneamente que es muy independiente y dócil, cuando en realidad tiene un problema. Por ejemplo, un bebé tropieza y el cuidador le dice "¡Uy! ¡Te has caído.

Espera que la mamá te curará!". "Son frases que muchos decimos automáticamente y no son nada superficiales. A la criatura le sirven: los introducen en su lenguaje. Además construyen su voz interior con ellas y posteriormente son capaces de explicar un malestar gracias a ellas". Está claro que durante los primeros meses de vida los niños requieren un ambiente tranquilo, sosegado y sin estímulos excesivos, que permita que duerman y coman bien. Y sobre todo se ha de cuidar la calidad emocional en el contacto con los adultos y los estímulos intelectuales que comienzan desde que el niño es pequeño a través del lenguaje de los padres, que va favoreciendo el desarrollo cognoscitivo e intelectual.

Entonces desde que se decide ser madre hay que cuidarse, para que nazca un ser sin complicaciones y tratar de no discutir por delante del niño para su salud mental y sicologica

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