El niño que gatea antes de echar a andar prepara su cerebro para un correcto aprendizaje posterior de la lectura y la escritura, imprescindibles para un adecuado progreso en la escuela, eliminando así un factor de riesgo del tan temido y extendido fracaso escolar.
Así de categórico se muestra Carlos Gardeta, psicólogo y director del Instituto Fay para la Estimulación Multisensorial, en el que un grupo de profesionales -médicos, psicólogos, pedagogos, trabajadores sociales, fisioterapeutas...- combate un problema que en España afecta al 30% de los menores de 16 años.
"Es un error pensar -afirma Gardeta- que los niños tienen que andar cuanto antes. El gateo tiene mucha importancia, pues es fundamental para coordinar los dos hemisferios del cerebro. Y para la lectoescritura, porque obliga al pequeño a colocar la cabeza y los brazos en una posición que le hace esforzarse para enfocar la visión en dos direcciones, estableciendo así la convergencia visual adecuada".
Esa distancia entre la cabeza y las manos "es la misma -continúa- que existe cuando, más tarde, tenemos el papel delante. El gateo ayuda a desarrollar la visión, pero también el equilibrio y la tactibilidad, favoreciendo las conexiones entre los dos hemisferios cerebrales".
INCORRECTO DESARROLLO CEREBRAL
Un porcentaje elevadísimo de los casos de fracaso escolar está motivado, según las tesis de Carlos Gardeta, por pequeñas disfunciones por inmadurez del sistema nervioso central, por un incorrecto desarrollo del cerebro del niño. " Si no son corregidas -asegura- dificultarán el aprendizaje y pueden llegar a provocar el abandono de la escuela, además de un posterior fracaso profesional e, incluso, vital".
El cerebro graba pues la información que los sentidos reciben del entorno en base a establecer conexiones entre las neuronas de cada área del cerebro prefijadas por la evolución. "Cuando un área del cerebro llega a tener la cantidad de neuronas y conexiones necesarias, siempre se produce la función que tiene encomendada", continua."Los seres humanos -explica Gardeta a EFE-, desde el momento de la concepción hasta los siete años, pasamos por un proceso en el que adquirimos todas las funciones que harán posible que nos pongamos en el nivel de salida de nuestra especie".
Pero qué ocurre cuando una determinada función -la lectura, el habla, la escritura...- no aparece. Quiere decir que su correspondiente área cerebral no está organizada correctamente. "Si el cerebro no reconoce la pierna es imposible andar", explica Carlos Gardeta.
DESORDEN NEURONAL
Ante una situación de este tipo, en el Instituto Fay -que debe su nombre al neurólogo y neurocirujano estadounidense Temple Fay- buscan las áreas cerebrales que están insuficientemente organizadas, o que simplemente no están organizadas según el plan maestro de nuestra especie. Tres causas pueden provocar el desorden.
La primera, que haya habido una falta de estímulos medioambientales o del entorno suficientes, situación que se da sobre todo en niños abandonados en orfanatos. "Sus madres tienen otros intereses más potentes que la cría, como la supervivencia, la droga u otras. No es lo mismo tener una madre en exclusiva que una cuidadora compartida con otros muchos niños. Entonces no hay suficientes estímulos para que la organización del cerebro se ponga en marcha", comenta Gardeta.
A los problemas genéticos, la segunda causa, se suma una tercera, la falta de una oxigenación correcta del cerebro, que casi siempre se produce en el momento del parto y que al ser de carácter leve pasa generalmente desapercibida. "El metabolismo cerebral -apunta el psicólogo- es potentísimo y necesita mucho oxígeno. Su falta supone la muerte de muchas neuronas".
Cuando el desorden neurológico es leve y pasa desapercibido acaba provocando limitaciones en el aprendizaje, hiperactividad o escaso interés, entre otros trastornos que padecen los niños que fracasan en la escuela.
"El niño -dice el director del Instituto Fay- conoce el mundo a través de sus ojos, de sus oídos, de sus manos y pies...y si algo falla en su cerebro, por mínimo que sea, provocando una desorganización neurológica, se produce un desajuste entre su edad biológica y la cerebral". Al interpretar erróneamente el cerebro la información que recibe a través de los sentidos, se bloquean las capacidades del pequeño.
"No son niños vagos. Simplemente desconectan cuando les cuesta enterarse de lo que explica el profesor en clase", abunda este psicólogo, que se autodefine como un "organizador neurológico".
ESTIMULAR LOS SENTIDOS
Detectado el problema, y las causas que lo han provocado, además del nivel de desorganización en la función neurológica, los especialistas del Instituto elaboran un programa de estimulación para cada caso concreto, que desarrollarán los padres -especialmente la madre- en casa y durante un periodo que viene a durar dos años, aproximadamente.
"La madre es fundamental en los siete primeros años de vida de cualquier niño. Es la gran estimuladora. En un ochenta por ciento dirige la organización cerebral de su hijo", comenta Carlos Gardeta.
De ahí que "no sea casualidad", advierte, que la gran mayoría de docentes en la enseñanza primaria sean mujeres. "Los niños empatizan más con ellas, su influencia en el pequeño es mayor".
Se trata pues de restaurar el ritmo y la organización neurológica que se truncó en algún momento de la vida del pequeño. "No le enseñamos a leer, lo que hacemos -pone como ejemplo- es organizar su cerebro para que espontáneamente lea, que es una función neurológica".
Las terapias buscan acceder al área cerebral que es necesario organizar a través del sentido que más relación tiene con ella. "Cuando estimulamos el sentido del oído estamos accediendo al área que está relacionada con él. Así conseguimos crear conexiones que, sumadas a las ya existentes, van a acabar siendo suficientes para que el área funcione con normalidad", agrega. Y entre esas terapias figura el gateo.
Al Instituto Fay acuden personas de todas las edades, aunque mayoritariamente son escolares. "A cualquier edad, hayas fracasado o no, o estés en ese proceso, se puede organizar el cerebro", destaca Gardeta, que ha tratado a personas de 60 años.
"El fracaso escolar tiene solución", concluye el psicólogo. "Es el final de un proceso, no el comienzo. Antes han pasado muchas cosas. La experiencia nos dice que los padres piden ayuda cuando el problema se encuentra en una situación avanzada".
EL FRACASO ESCOLAR MÁS FRECUENTE ENTRE LOS NIÑOS ADOPTADOS
El fracaso escolar es más frecuente entre los niños adoptados que entre los biológicos, según Carlos Gardeta, psicólogo y fundador del Instituto Fay para la Estimulación Multisensorial, que tiene su sede en la localidad madrileña de Aravaca.
"Cuando una madre abandona a su hijo -destaca Gardeta- es porque tiene unos problemas que para ella son irresolubles, que provocan una tensión, un estado de ansiedad, que suele tener consecuencias en la calidad de vida durante el embarazo y en el parto".
El riesgo es "mucho mayor" que en el parto de un hijo biológico porque la tensión puede provocar una falta de oxígeno en el cerebro del recién nacido y un desorden neuronal que más tarde puede ser la causa del abandono de las aulas. "Los riesgos de desorganización leve y grave son mayores", destaca el psicólogo.
"Tras el nacimiento, si el niño pasa sus primeros años de vida en un orfanato, hasta ser adoptado, y no recibe los estímulos necesarios, su cerebro no se organizará conforme a sus coetáneos", agrega.
El momento del parto, "en todo tipo de partos", es decisivo para el futuro orden neuronal del niño. "Es un momento muy crítico, en el que nos la jugamos a nivel de especie. Es cuando se producen muchos de los problemas, más o menos graves, de carácter neuronal y que muchas veces pasan desapercibidos, manifestándose en la edad escolar".
"A la especie humana -insiste Gardeta- nos falta todavía uno o dos millones de años para adaptarnos al sistema que tenemos para desplazarnos, andar, que nos ha obligado a cambiar toda la configuración del esqueleto, sobre todo de las caderas y del canal óseo del parto, más estricto que en nuestros primos lejanos los simios. Y además -asegura- cada vez somos más cabezones".
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