martes, 3 de mayo de 2011

Estimado obstetra

Estimado Obstetra - Amor Maternal
Esta es una iniciativa que me ha gustado mucho, se trata de llevar a la red relatos sobre partos y nacimientos para reivindicar la Semana Mundial del Parto Respetado 2011, que este año se celebra del 15 al 22 de Mayo, así que como no habia contado mi parto en el blog, que mejor momento!

Os dejo mi relato:

Durante los meses en los que estuve dándole vueltas a tener un hijo con mi pareja, lo que más me aterraba era la E P I S O T O M I A. Si, en mayúsculas, que se lea bien, no quiero obviar ni una letra, era como una pesadilla, por eso tengo que pasar si o si? No me lo podía creer y durante meses dejé pasar el tiempo…


Por casualidades de la vida, llegó a mi la historia de un parto respetado, de un embarazo muy deseado. Esta mujer narraba con una fuerza su parto, que fue imposible no fijarse en lo emocionante de la situación. Como es posible? Esto existe?


Sus palabras iban y venían en mi mente.


Empecé a buscar información y salian cosas, veía algo de luz.


Finalmente nos decidimos, perdí el miedo durante los 9 meses de gestación, donde nos encontramos a tanta gente que nos tendió su mano para mostrarnos que si es posible el respeto hacia el cuerpo humano, hacia la voluntad de una mujer que quiere parir a su manera, aunque ella aún no sepa cual es esa manera.


El dia que me puse de parto me invadió el miedo al principio, intenté respirar cómo había leído, como había visto en las películas, se me olvidó respirar como me pidiera el cuerpo…


Cuando llegamos al hospital, aparcamos en el parking y tuvimos que andar hasta la puerta de entrada, creí que no llegaría nunca, tuve 3 contracciones sólo dando la vuelta a la manzana, también vómité, ahora se que se juntó adrenalina con serotonina…


Al llegar y ver a mi ginecóloga, me sentí segura, pero seguía sin conectar conmigo misma, tuvo que ser mi pareja quien me diera esa tranquilidad que tanto se necesita en el parto. Fue él quien hizo de doula conmigo, quien me dio las claves para vivir con plenitud la llegada de nuestro hijo. Las 10 o 12 horas de dilatación fueron una mezcla borrachera hormonal, hipnosis, sueño y conexión con mi útero. Llegué a tener contracciones indoloras, mi cuerpo se llenaba de calor en esos momentos, podré hacerlo de nuevo? Pensaba en cada una…


Recuerdo con mucho cariño la última hora de dilatación, mientras bailábamos al son de la música y la tenue luz de las velas, sintiendo que ya quedaba tan poco de ser dos, de ser pareja…para pasar a ser tres, sin vuelta atrás, tres para siempre, el comienzo de una familia.


El explusivo fue indoloro, ya que al empujar no sentía dolor, al contrario, me aliviaba.


En un momento dado, parecía que se había estancando el proceso de parto, me dijo mi ginecóloga que mi bebé estaba allí, que le tocara la cabeza, no me lo podía creer! SI! El primer contacto con las yemas de mis dedos, era mi bebé y estaba tan cerca!


Tenia que empujar más fuerte, tenia que vaciarme, todo lo que me quedaba lo necesitaba mi bebé para nacer, tenia que hacerlo por él, por nosotros, quería tenerlo entre mis brazos.


Dos últimos pujos y salió mi hijo sin llorar, buscando cobijo, sintiendo que había tanto espacio donde acababa de llegar…me lo pusieron encima al momento. Se paró el tiempo en mi vida. Era mi bebé y lo había parido yo, había sido una loba, una leona, de nuevo un mamífero con toda la fuerza de la naturaleza.


Dejamos que el cordón dejara de latir y su padre cortó el vínculo físico que le había mantenido unido a mi durante todo este tiempo, no pareció importarle ahora que ya tenia unos brazos que le mecían y dos voces conocidas hablándole flojito.


Toda la adrenalina que había intentado bloquear salió en ese momento y me tuvo despierta otras 4 horas más después del parto, no podía parar de tocar y mirar a mi hijo. Llevaba 36 horas despierta.



Querida obstetra, querida Gaia, nunca podré agradecerte el respeto con el me que trataste durante todo el parto, venías a darme la mano cuando no estaba mi marido y yo no te la daba porque no eras él, tú lo entendías y te retirabas.


Me dabas ánimos de vez en cuando, no sabes cuanto me reconfortaba!


Fuiste clara al pedirme más colaboración en los pujos, tu voz era sincera y firme pero siempre amable.


Y por supuesto, dejaste que mi periné cediera hasta el límite y salió mi hijo sin necesidad de E P I S O T O M I A.


Gracias por estar ahí, en la sombra y dejar que viviera mi instinto de madre.





2 comentarios:

OR² dijo...

Hermoso bello maravilloso! Que relato tan precioso!!! Estoy sumamente emocionada!!!

Sonia G A dijo...

Maravilloso Alba. No hay más que decir... porque tú lo dijiste ya.

Publicar un comentario